Esta cautivadora composición celebra la belleza de un campo al atardecer. La obra retrata un prado rebosante de flores en tonos vibrantes, donde un cielo en tonalidades cálidas envuelve la escena. Las pinceladas dinámicas y la textura del óleo capturan el movimiento de la brisa sobre las flores, otorgando vida a la escena.
En la lejanía, los árboles conectan suavemente la tierra con el cielo, dando forma a un paisaje sereno y acogedor que resaltan magia del atardecer.
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